CRISTIANOS DEL NUEVO SIGLO
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sábado, 18 de octubre de 2025
Hamás acusa a Israel de violar el acuerdo de alto el fuego por cerrar el cruce de Rafah
Mundo
Hamás acusa a Israel de violar el acuerdo de alto el fuego por cerrar el cruce de Rafah
Sputnik Mundo, 19.10.2025
© telegram SputnikMundo
El movimiento de resistencia islámica Hamás aseveró que el cierre continuado del paso fronterizo con Egipto provocará retrasos en la recuperación y devolución de los cadáveres de los rehenes israelíes.
Hamás alude al envío por parte de Turquía de un equipo de especialistas para ayudar en las labores de búsqueda de cuerpos que permanece en el cruce fronterizo, en espera de que Tel Aviv apruebe su ingreso al enclave.
"La decisión de Netanyahu de impedir la reapertura del cruce de Rafah hasta nuevo aviso constituye una violación flagrante de los términos del acuerdo de alto el fuego y una negación de los compromisos que asumió con los mediadores y garantes", dijo el grupo en un comunicado.
Añadió que las continuas violaciones y ataques de la ocupación suman, hasta la fecha, más de 47 violaciones documentadas, con 30 personas asesinadas y 143 heridos, lo que, en opinión de Hamás, confirma las intenciones de Israel de continuar el asedio contra más de dos millones de palestinos en Gaza.
viernes, 17 de octubre de 2025
LO QUE ISRAEL HIZO A LOS PUEBLOS CRISTIANOS — Y NADIE HABLA DE ELLO
LO QUE ISRAEL HIZO A LOS PUEBLOS CRISTIANOS — Y NADIE HABLA DE ELLO En 1948, Israel obligó a los residentes cristianos de Kafr Bir'im e Iqrit, en Galilea, a abandonar sus aldeas.
Nunca les permitieron regresar. Los aldeanos acudieron a los tribunales. Y en 1953, el Tribunal Supremo de Israel dictaminó que se les debía permitir regresar a casa. Entonces ¿qué hizo Israel? El 16 de septiembre de 1953 bombardearon la aldea de Kafr Bir'im y la destruyeron. Iqrit fue destruido dos años antes, justo después de Navidad.
Todo porque eran cristianos palestinos y los judíos sionistas querían esa tierra. Puedes seguir a Cristo o apoyar a Israel. No puedes hacer ambas cosas".
Vía @goddeketal 👇en X.
jueves, 16 de octubre de 2025
De los capos de la droga a los escuadrones de la muerte: La guerra de Israel en Gaza continúa a través de bandas colaboracionistas
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De los capos de la droga a los escuadrones de la muerte:
La guerra de Israel en Gaza continúa a través de bandas colaboracionistas
Por | 16/10/2025 | Palestina y Oriente Próximo
Fuentes: Voces del Mundo [Foto: Yasser Abu Shabab, líder de las llamadas Fuerzas Populares, condenado por tráfico de drogas y afiliado al ISIS (Vía redes sociales)]
La última táctica de Israel consiste en armar a bandas criminales y antiguos agentes de seguridad para que lleven a cabo asesinatos y aterroricen a la población civil y continuar así su guerra contra Gaza por otros medios.
A pesar de que las fuerzas israelíes han dejado en gran medida de disparar, ahora están tramando un complot utilizando colaboradores en toda Gaza como parte de la continuación del genocidio. Esto incluye el uso de estas bandas criminales para ejecutar a civiles, asesinar a miembros de las fuerzas de seguridad e incluso asesinar a periodistas.
En virtud del actual acuerdo de alto el fuego, la «fase uno» ha provocado la retirada israelí de muchas zonas pobladas de la Franja de Gaza, pero el ejército sigue ocupando entre el 56% y el 58% del territorio del sitiado enclave. El primer día de la aplicación del alto el fuego, las fuerzas israelíes asesinaron a casi 40 civiles, en su mayoría mediante disparos.
Mientras que los disparos del ejército israelí comenzaron a disminuir, las tres principales milicias que Israel ha respaldado contra Hamás han intensificado sus ataques tanto contra civiles como contra las fuerzas de seguridad alineadas con Hamás. Estos grupos militantes están liderados por narcotraficantes, exmiembros de las Fuerzas de Seguridad Preventiva de la Autoridad Palestina y militantes salafistas. También están vinculados al ISIS.
Estos grupos han comenzado a llevar a cabo asesinatos en la Franja de Gaza durante la última semana, comenzando con el asesinato de Mohammed Imad Aqel, hijo de un alto mando de las Brigadas Al-Qassam.
El domingo, incluso asesinaron al destacado periodista palestino Saleh Aljafarawi, junto con el hijo del miembro del politburó de Hamás Bassem Naim. Estos militantes respaldados por Israel habían tendido una emboscada a un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad de Gaza, asesinándolos junto con civiles que regresaban a sus hogares en el norte.
Según el Dr. Mohammed Abu Lahia, de Gaza, en el caso de Aljafarawi, la banda colaboracionista israelí secuestró al querido periodista, lo torturó y luego lo ejecutó con siete balazos a quemarropa.
Horas más tarde, las fuerzas de seguridad de Hamás, supuestamente junto con miembros de las Brigadas Qassam, persiguieron a estos militantes hasta su escondite en el barrio de Sabra, en la ciudad de Gaza, eliminando a docenas y arrestando a otros.
Según informes sobre el terreno, las fuerzas de seguridad interna incautaron armas suministradas por Israel y una lista de objetivos que contenía los nombres de figuras prominentes del norte de Gaza.
Una guerra por poderes en Gaza
Estos grupos milicianos se encuentran repartidos por toda la Franja de Gaza, pero cada ala de esta coalición anti-Hamás de escuadrones de la muerte respaldados por Israel es responsable de gestionar un territorio diferente.
Desde el este de Rafah opera la banda armada que se autodenomina «Fuerzas Populares», liderada por el narcotraficante convicto y afiliado al ISIS Yasser Abu Shabab. Esta fuerza comenzó a recibir el apoyo abierto de Israel para llevar a cabo robos armados coordinados de camiones de ayuda humanitaria que se dirigían a Gaza, tras la toma israelí del paso fronterizo de Rafah el 6 de mayo de 2024.
Las llamadas «Fuerzas Populares» son el nuevo nombre del grupo que anteriormente operaba en la sombra, centrándose exclusivamente en robar ayuda humanitaria.
Bajo la supervisión israelí, en un territorio considerado una «zona de muerte» activa para cualquiera que no sea israelí, los hombres de Abu Shabab y las entradas coordinadas de camiones de ayuda, los militantes exigían sobornos de 4.000 dólares a las organizaciones humanitarias o, de lo contrario, se apoderaban de toda la ayuda.
Mientras los civiles de Gaza sufrían una grave desnutrición y carecían de la posibilidad de conseguir suministros médicos, agua potable, refugio y alimentos, los hombres de Abu Shabab acaparaban la ayuda y vivían bajo la protección militar israelí las 24 horas del día en el este de Rafah. Acumulaban la ayuda robada y luego la vendían poco a poco en el mercado negro, donde los civiles se veían obligados a pagar precios exorbitantes por los productos de primera necesidad.
Sin embargo, más adelante, en 2024, Yasser Abu Shabab comenzó a intentar cambiar la imagen de su banda vinculada al ISIS, un proyecto en el que los principales medios de comunicación occidentales intentaron ayudarle. De repente, los medios de comunicación israelíes y corporativos comenzaron a presentar a Abu Shabab y su banda de delincuentes como una fuerza de oposición popular contra Hamás.
Los medios occidentales comenzaron a maquillar la imagen de una banda de traficantes de drogas, militantes salafistas y asesinos. Luego, durante el alto el fuego en Gaza que comenzó en enero de 2025, Israel suministró a los hombres de Abu Shabab chalecos tácticos, cascos, insignias, armas y vehículos israelíes. Después de que Israel decidiera romper el alto el fuego en marzo, nacieron las llamadas «Fuerzas Populares».
El 24 de julio el Wall Street Journal publicó incluso un artículo titulado «Los habitantes de Gaza han acabado con Hamás», que, según afirman, fue escrito por Yasser Abu Shabab. Sin embargo, este artículo promocional sobre el escuadrón de la muerte vinculado al ISIS y dedicado al saqueo de la ayuda humanitaria no pudo haber sido escrito por Abu Shabab, no sólo porque no habla inglés, sino porque, según se informa, tampoco sabe leer ni escribir en árabe.
Las llamadas «Fuerzas Populares» colaboraban incluso con la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), dirigida por una empresa militar privada estadounidense (PMC), que los habitantes de Gaza calificaron de «trampa mortal», ya que más de 1.500 civiles fueron asesinados tras ser atraídos con comida, después de haber sido privados de cualquier ayuda durante tres meses.
Incluso hubo un complot para utilizar a los hombres de Abu Shabab para gobernar un campo de concentración en el sur de Gaza, construido por Israel, donde planeaba reunir a la población del territorio.
Más tarde, en agosto, apareció otro grupo en Jan Yunis, que se autodenominaba «Fuerza de Ataque Antiterrorista» (CSF) y estaba liderado por Hosam al-Astal, un antiguo miembro de las Fuerzas de Seguridad Preventiva de la Autoridad Palestina —rama de inteligencia— que llevaba mucho tiempo vinculado con el Shin Bet de Israel.
El CSF ha sido acusado de asaltar hospitales, matar a civiles, robar ayuda humanitaria y saquear viviendas, pero su función principal ha sido lanzar incursiones contra los combatientes de la resistencia palestina.
A principios de este año, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se vio obligado a admitir su apoyo a estas bandas vinculadas al ISIS después de que el miembro del Knesset israelí Avigdor Lieberman criticara públicamente esta estrategia.
El 17 de septiembre el periódico israelí Haaretz confirmó que el apoyo israelí iba más allá del simple armamento de estos militantes y que recibían órdenes directamente de la cadena de mando israelí. El medio de comunicación israelí incluso entrevistó a oficiales que expresaron su desaprobación por el uso de estos militantes, ya que estaban fuera de control y podían suponer una amenaza para los objetivos militares israelíes.
Tanto las «Fuerzas Populares» como la CSF están directamente relacionadas entre sí. Se les concedió dinero en efectivo, armas y control del territorio bajo supervisión israelí a cambio de atacar a Hamás en su nombre.
Luego surgió una nueva milicia respaldada por Israel con el inicio de la «Operación Carros de Gedeón 2» de Israel, también conocida como el intento de ocupar la ciudad de Gaza. Esta milicia está compuesta principalmente por miembros del clan Doghmush y está dirigida por Ashraf Mansi, y se autodenomina «Fuerzas del Norte del Ejército Popular».
Está formada por militantes afiliados a la Autoridad Palestina y también fue responsable del saqueo de camiones de ayuda humanitaria durante el genocidio.
El territorio en el que operaba el escuadrón de la muerte del norte de Gaza era Yabalia, Beit Lahia y zonas de la ciudad de Gaza. Durante la nueva invasión del norte de Gaza por parte del ejército israelí, estos militantes llevaron a cabo una serie de operaciones contra facciones de la resistencia palestina.
La visión israelí para Gaza
Actualmente los israelíes están permitiendo que estos grupos militantes operen desde el territorio que su ejército sigue ocupando en Gaza, les proporcionan cobertura con drones y, como parece ser el caso, listas de objetivos que parecen incluir a destacados periodistas.
Como estrategia, esto significa respaldar a estos escuadrones de la muerte colaboracionistas para que hagan el trabajo sucio de Israel sin que ellos tengan que mover un dedo. Tel Aviv y sus propagandistas pueden entonces señalar los enfrentamientos como una «guerra civil palestina» o un «levantamiento contra Hamás», cuando en realidad están utilizando activamente estas fuerzas para que cumplan sus órdenes directas.
Según el periodista palestino Muhammad Shehada, hay indicios de que a los civiles de Gaza se les podría ofrecer vivir en las zonas que están bajo el control de las milicias y las fuerzas de ocupación israelíes, atrayéndolos allí con la promesa de que podrán reconstruir sus vidas.
Sin embargo, es muy poco probable que esta estrategia funcione, ya que todas las personas que Israel utiliza para dirigir estos grupos son profundamente impopulares. Por ejemplo, en el norte de Gaza, la milicia está dirigida por miembros del clan Doghmush, una familia que desde hace tiempo tiene la reputación local de ser «alborotadora».
A pesar de esta reputación, muchos miembros de esta familia se negaron explícitamente a colaborar con Israel y fueron asesinados por ello, y el clan también perdió a casi 100 familiares en los ataques aéreos israelíes durante el genocidio.
Un grupo de palestinos del norte de Gaza declaró al Palestine Chronicle que la familia Dogmush tiene mala fama. Aunque señalaron que no toda la familia es culpable, un hombre afirmó: «Recuerdo que antes de la Intifada solían robar coches de 1948 y venderlos en Gaza», y otro comentó: «Pregunte a cualquiera en Gaza y le dirá que son conocidos por causar problemas».
Del mismo modo, Yasser Abu Shabab proviene del clan beduino Tarabin. Se les estereotipa ampliamente como traficantes de drogas y delincuentes dentro de Gaza. Sin embargo, cabe señalar que la familia Tarabin ha condenado abiertamente a Abu Shabab y se opone a sus llamadas «Fuerzas Populares».
Sería injusto y falso adoptar la idea de que todo un clan es responsable de las acciones de sus parientes, pero es importante mencionar esto para señalar que Israel ha elegido a las personas más impopulares para liderar su guerra por poderes contra Hamás.
Los habitantes de Gaza no sólo desprecian a estas bandas criminales por cometer robos a mano armada, extorsiones, tráfico de drogas, robo de ayuda humanitaria, asesinato de civiles y colaboración con el ejército que está cometiendo un genocidio, sino que estos grupos están liderados por personas con la peor reputación imaginable.
Lo más probable es que estos escuadrones de la muerte sigan llevando a cabo asesinatos, robos y redadas por orden del ejército israelí, mientras la resistencia palestina y las fuerzas de seguridad internas los persiguen.
En medio de todo esto, habrá intentos de sembrar el caos, desestabilizar la situación de seguridad y también publicar propaganda para afirmar que Hamás está cometiendo abusos. Los propagandistas israelíes ya están utilizando vídeos antiguos, vídeos falsos o tergiversando los acontecimientos para afirmar que Hamás está reprimiendo un levantamiento popular. Sin embargo, esto tendrá poco impacto en los palestinos de Gaza.
Las formas más perniciosas de propaganda provendrán de estos palestinos, que afirman estar con el pueblo de Gaza, pero que son apologistas del régimen israelí y cuya labor es causar división. Estos propagandistas, la mayoría de los cuales viven en Estados Unidos, trabajarán duro para difundir propaganda falsa en un intento de sembrar el caos y promover las narrativas israelíes.
En otras palabras, la guerra aún no ha terminado. Y los israelíes están tratando de encender un conflicto por poderes después de haber fracasado militarmente en derrotar a una docena de grupos de resistencia palestinos en Gaza.
Texto en inglés: The Palestine Chronicle, traducido por Sinfo Fernández.
Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/10/14/de-los-capos-de-la-droga-a-los-escuadrones-de-la-muerte-la-guerra-de-israel-en-gaza-continua-a-traves-de-bandas-colaboracionistas/
La derrota de Israel y el renacimiento de la capacidad de acción palestina
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La derrota de Israel y el renacimiento de la capacidad de acción palestina
Por Ramzy Baroud | 16/10/2025 | Palestina y Oriente Próximo
Fuentes: Voces del Mundo
Durante décadas la idea predominante fue que la «solución» a la ocupación israelí de Palestina residía en un proceso estrictamente negociado. «Solo el diálogo puede lograr la paz» ha sido el mantra repetido sin descanso en los círculos políticos, las plataformas académicas, los foros mediáticos y similares.
En torno a esa idea floreció una industria colosal, que se expandió de forma espectacular en el período previo a la firma de los Acuerdos de Oslo entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasser Arafat y el Gobierno israelí, y durante los años posteriores.
La destrucción de la «paz»
El problema nunca estuvo en el principio fundamental del «diálogo», la «paz» o incluso los «compromisos dolorosos», una noción que se difundió incansablemente durante el «proceso de paz» entre 1993 y principios de la década de 2000.
En cambio, el conflicto se ha visto determinado en gran medida por la forma en que se definieron y aplicaron estos términos, así como todo un entramado de terminología similar. La «paz» para Israel y Estados Unidos requería un liderazgo palestino sumiso, dispuesto a negociar y actuar dentro de unos parámetros limitados y totalmente al margen de los parámetros vinculantes del derecho internacional.
Del mismo modo, el «diálogo» solo era admisible si los líderes palestinos aceptaban renunciar al «terrorismo» —léase: resistencia armada—, desarmarse, reconocer el supuesto derecho de Israel a existir como Estado judío y adherirse al lenguaje prescrito dictado por Israel y Estados Unidos.
De hecho, solo después de renunciar oficialmente al «terrorismo» y aceptar una interpretación restrictiva de determinadas resoluciones de la ONU sobre la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza, Washington accedió a «dialogar» con Arafat. Estas conversaciones de bajo nivel tuvieron lugar en Túnez y en ellas participó un funcionario estadounidense de rango inferior, Robert Pelletreau, subsecretario de Estado para Asuntos del Cercano Oriente.
Israel no accedió ni una sola vez a «dialogar» con los palestinos sin una serie de condiciones previas muy estrictas, lo que llevó a Arafat a una serie de concesiones unilaterales a expensas de su pueblo. En última instancia, Oslo no aportó nada de valor intrínseco para los palestinos, aparte del mero reconocimiento por parte de Israel, no de Palestina ni del pueblo palestino, sino de la Autoridad Palestina (AP), que con el tiempo se convirtió en un conducto para la corrupción. La existencia continuada de la AP está indisolublemente ligada a la de la propia ocupación israelí.
Israel, por el contrario, actuó sin control llevando a cabo incursiones en ciudades palestinas, ejecutando masacres a su antojo, imponiendo un asedio debilitante sobre Gaza, asesinando a activistas y encarcelando a palestinos en masa, incluidos mujeres y niños. De hecho, la era posterior al «diálogo», la «paz» y los «compromisos dolorosos» fue testigo de la mayor expansión y anexión efectiva de territorio palestino desde la ocupación israelí de Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza en 1967.
Gaza como anomalía
Durante este periodo existía un consenso generalizado de que la violencia, es decir, la resistencia armada palestina en respuesta a la violencia israelí sin restricciones, era intolerable. Mahmud Abbas, de la Autoridad Palestina, la descartó en 2008 por «inútil» y posteriormente, en coordinación con el ejército israelí, dedicó gran parte del aparato de seguridad de la Autoridad Palestina a reprimir cualquier forma de resistencia a Israel, armada o de otro tipo.
Aunque Yenin, Tulkarm, Nablus y otras regiones y campos de refugiados de Cisjordania siguieron forjando espacios, por limitados que fueran, para la resistencia armada, los esfuerzos concertados de Israel y la Autoridad Palestina a menudo aplastaron o, al menos, redujeron sustancialmente estos momentos.
Gaza, sin embargo, se mantuvo constantemente como la anomalía. Los levantamientos armados en la Franja han persistido desde principios de la década de 1950 con el surgimiento del movimiento fedayín, seguido de una sucesión de grupos de resistencia socialistas e islámicos. El lugar siempre ha sido ingobernable, primero para Israel y más tarde para la Autoridad Palestina. Cuando los partidarios de Abbas fueron derrotados tras los breves pero trágicos enfrentamientos violentos entre Fatah y Hamás en Gaza en 2007, el pequeño territorio se convirtió en un centro indiscutible de resistencia armada.
Este suceso tuvo lugar dos años después de que el ejército israelí se retirara de los centros de población palestinos de la Franja (2005) y se reubicara en las denominadas zonas militares de amortiguación, establecidas en áreas que históricamente formaban parte del territorio de Gaza. Fue el comienzo del actual asedio hermético de Gaza.
En 2006 Hamás obtuvo la mayoría de los escaños en el Consejo Legislativo Palestino, un giro inesperado de los acontecimientos que enfureció a Washington, Tel Aviv, Ramala y otros aliados occidentales y árabes.
El temor era que, sin los aliados de la Autoridad Palestina de Israel manteniendo el control sobre la resistencia dentro de Gaza y Cisjordania, los territorios ocupados acabarían inevitablemente en una revuelta generalizada contra la ocupación.
En consecuencia, Israel intensificó su asfixiante asedio a la Franja, que se negó a capitular a pesar de la terrible crisis humanitaria provocada por el bloqueo. Así, a partir de 2008, Israel adoptó una nueva estrategia: tratar a la resistencia de Gaza como una fuerza militar real, lo que le llevó a lanzar grandes guerras que causaron la muerte y heridas a decenas de miles de personas, en su mayoría civiles.
Entre estos grandes conflictos se encuentran la guerra de diciembre de 2008-enero de 2009, noviembre de 2012, julio-agosto de 2014, mayo de 2021 y la última guerra genocida que comenzó en octubre de 2023.
A pesar de la inmensa destrucción y el implacable asedio, por no hablar de las presiones externas internacionales y árabes y el aislamiento, la Franja de Gaza resistió de alguna manera e incluso se regeneró. Las residencias destruidas se reconstruyeron a partir de los escombros recuperados, y también se reponían las armas de la resistencia, a menudo utilizando municiones israelíes sin explotar.
La ruptura del 7 de octubre
La operación de Hamás del 7 de octubre, conocida como Inundación de Al-Aqsa, supuso una ruptura significativa con el patrón establecido que se había mantenido durante años.
Para los palestinos representó la evolución definitiva de su lucha armada, la culminación de un proceso que comenzó a principios de la década de 1950 y en el que participaron diversos grupos e ideologías políticas. Sirvió como una clara advertencia a Israel de que las reglas de combate habían cambiado irrevocablemente y que los palestinos asediados se negaban a someterse a su supuesto papel histórico de víctimas perpetuas.
Para Israel, el acontecimiento fue devastador. puso de manifiesto que el tan cacareado ejército y los servicios de inteligencia del país eran profundamente defectuosos y reveló que la evaluación de los líderes del país sobre las capacidades palestinas era fundamentalmente errónea.
Este fracaso se produjo tras el breve aumento de la confianza durante la campaña de normalización iniciada por Estados Unidos e Israel con los países árabes y musulmanes más flexibles durante el primer mandato de Trump. En ese momento parecía que los palestinos y su causa habían quedado relegados a un segundo plano en el panorama político general de Oriente Medio. Entre un liderazgo palestino cooptado en Cisjordania y movimientos de resistencia sitiados en Gaza, Palestina ya no era un factor decisivo en la búsqueda de la hegemonía regional por parte de Israel.
El eje central de la estrategia del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su aspiración de concluir su larga carrera política con el triunfo regional definitivo, se desvaneció de repente. Enfurecido, desorientado, pero también decidido a restaurar todas las ventajas de Israel desde Oslo, Netanyahu se embarcó en una campaña de matanzas masivas que, en el transcurso de dos años, culminó en uno de los peores genocidios de la historia de la humanidad.
Su exterminio metódico de los palestinos y su deseo manifiesto de limpiar étnicamente a los supervivientes de Gaza pusieron al descubierto el carácter intrínsecamente violento de Israel y su ideología sionista, lo que permitió al mundo, especialmente a las sociedades occidentales, percibir plenamente a Israel tal y como es en realidad y tal y como siempre ha sido.
Resistencia, resiliencia y derrota
Pero el verdadero temor que unificó a Israel, Estados Unidos y varios países árabes es la aterradora perspectiva de que la resistencia, en particular la resistencia armada, pueda resurgir en Palestina y, por extensión, en todo Oriente Medio como una fuerza viable capaz de amenazar a todos los regímenes autocráticos y antidemocráticos. Este temor se vio dramáticamente amplificado por el ascenso de otros actores no estatales, como Hizbolá en el Líbano y Ansarallah en Yemen, que junto con la resistencia de Gaza lograron forjar una formidable alianza que requirió la intervención directa de Estados Unidos en el conflicto.
Aun así, Israel no ha logrado ninguno de sus objetivos estratégicos en Gaza, debido a la legendaria resistencia del pueblo palestino, pero también a la destreza de la resistencia, que logró destruir más de 2.000 vehículos militares israelíes, incluidos cientos del orgullo y la alegría de la industria militar israelí, el tanque Merkava.
Ningún ejército árabe ha logrado infligir a Israel un coste militar, político y económico de esta magnitud a lo largo de los casi ocho decenios de violenta existencia del país. Aunque Israel y Estados Unidos —y otros, incluidos algunos países árabes y la Autoridad Palestina— siguen exigiendo el desarme de la resistencia, tal exigencia es racionalmente casi inalcanzable. Israel ha lanzado más de 200.000 toneladas de explosivos sobre Gaza en el transcurso de dos años para lograr ese único objetivo, y ha fracasado. No hay ninguna razón plausible para creer que pueda lograr tal objetivo solo mediante presiones políticas y económicas.
Israel no solo fracasó en Gaza, o, más exactamente, en palabras de muchos historiadores israelíes y generales retirados del ejército, fue derrotado de manera decisiva en Gaza, sino que los palestinos han logrado reafirmar la capacidad de acción palestina, incluida la legitimidad de todas las formas de resistencia, como una estrategia ganadora contra el colonialismo israelí y el imperialismo estadounidense-occidental en la región. Esto explica el profundo temor compartido por todas las partes de que la derrota de Israel en Gaza pueda alterar fundamentalmente toda la dinámica de poder regional.
Aunque Estados Unidos y sus aliados occidentales y árabes persistirán en las negociaciones para intentar resucitar al líder palestino Abbas, de casi 90 años, y su paradigma de Oslo como únicas alternativas viables para los palestinos, es probable que las consecuencias a medio y largo plazo de la guerra presenten una realidad muy diferente, en la que Oslo y sus figuras corruptas queden definitivamente relegadas al pasado.
Por último, si hablamos de una victoria palestina en Gaza, se trata de un triunfo rotundo para el pueblo palestino, su espíritu indomable y su resistencia profundamente arraigada que trasciende las facciones, las ideologías y la política.
Teniendo todo esto en cuenta, también hay que dejar claro que el actual alto el fuego en Gaza no puede interpretarse erróneamente como un «plan de paz»; se trata de una mera pausa en el genocidio, ya que sin duda habrá una nueva ronda de conflictos, cuya naturaleza dependerá en gran medida de lo que ocurra en Cisjordania, y de hecho en toda la región, en los próximos meses y años.
Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros, el último publicado fue «These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons» (Clarity Press, Atlanta). Su próximo libro, Before the Flood, será publicado porSeven Stories Press. El Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net.
Texto en inglés: CounterPunch.org, traducido por Sinfo Fernández.
Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/10/13/la-derrota-de-israel-y-el-renacimiento-de-la-capacidad-de-accion-palestina/
miércoles, 15 de octubre de 2025
El nuevo arancel del 100% de Trump contra China: una amenaza que revela desesperación
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El nuevo arancel del 100% de Trump contra China: una amenaza que revela desesperación
Por Pedro Barragán | 15/10/2025 | Mundo
Fuentes: Rebelión
El 10 de octubre de 2025, Donald Trump ha vuelto a jugar la carta del conflicto, amenazando a China con un arancel del 100 % adicional a todos sus productos. Esta amenaza, lanzada con el pretexto de proteger la seguridad nacional, no es más que una maniobra populista, desesperada, que busca desviar la atención de los propios fracasos de Estados Unidos en su intento de bloquear a China y paralizar su pujante economía.
China no ha tardado en responder. De forma firme y directa, ha dejado claro que no aceptará intimidaciones. No quiere una guerra comercial, pero tampoco dudará en defender con toda su fuerza sus derechos legítimos si Washington insiste en caminar por la senda del enfrentamiento. Las amenazas no funcionan con China, y Trump lo sabe. Pero insiste, atrapado en una mentalidad de suma cero que ya ha fracasado.
Estados Unidos como principal desestabilizador
Washington ha usado durante años la excusa de la seguridad nacional para aplicar restricciones arbitrarias, violar normas internacionales y sabotear el comercio global. Esta vez, ha justificado su amenaza arancelaria con la regulación china sobre la exportación de tierras raras, ignorando deliberadamente que estas medidas se ajustan a la legislación internacional y han sido comunicadas de forma transparente a través de canales diplomáticos. China no ha ocultado nada y ha actuado con responsabilidad.
Lo que le molesta a Trump no es el contenido de las regulaciones, sino el hecho de que China tenga el control de sus propios recursos estratégicos. Estados Unidos no soporta que otro país tome decisiones soberanas, no soporta la idea de un mundo multipolar donde ya no puede imponer su voluntad a base de sanciones.
La hipocresía de Washington no tiene límites
Mientras acusa a China de proteccionismo, Estados Unidos aplica controles a la exportación de chips, bloquea software, ataca empresas chinas con sanciones sin pruebas y extiende su jurisdicción a empresas de terceros países. Este doble rasero ya no engaña a nadie. El mundo ve claramente quién está destruyendo el orden comercial global, que no es China sino Estados Unidos.
Durante las últimas semanas, tras la reunión celebrada en Madrid, EE. UU. ha lanzado al menos tres nuevas medidas punitivas contra China en tiempo récord. ¿Es esta la actitud de una nación que dice buscar el diálogo? ¿Es así cómo se construye la confianza? Claramente no. Lo que Trump ofrece no es diálogo, sino chantaje disfrazado.
La guerra comercial no asusta a China
Pekín ha dejado claro que no quiere confrontación. Pero si se ve obligada a actuar, lo hará con determinación. A diferencia de Washington, que improvisa medidas sin estrategia, China se mueve con una serenidad estratégica que desconcierta a sus adversarios. No reacciona con histeria. Calcula, espera y responde con precisión. Es por eso que analistas como Liza Tobin reconocen que mientras EE. UU. juega al ajedrez en dos dimensiones, China lo hace en cuatro, tal y como recoge hoy el diario Global Times. La diferencia es abismal.
Trump cree que los aranceles pueden presionar a China. Pero olvida que el mundo ha cambiado. Las cadenas de suministro ya no están exclusivamente bajo el control estadounidense. China ha diversificado mercados, tecnologías y alianzas. Los aranceles afectarán también a empresas y consumidores estadounidenses. Subirán los precios, escasearán productos y se ralentizará la producción. En otras palabras, EE. UU. se está disparando en el pie.
No es consciente de que las exportaciones chinas no paran de subir a pesar de la guerra arancelaria (o, quizás, sí lo es y esa consciencia es el origen de su actuación). Hemos conocido esta semana que en los tres primeros trimestres de este año las exportaciones chinas han crecido más de un 7 % y la semana próxima la economía mostrará un crecimiento del PIB superior al 5 %.
Un ataque también contra el orden internacional
Las amenazas de Trump no solo van dirigidas a China. También atacan las reglas del comercio global, desacreditan los consensos multilaterales y minan la credibilidad de instituciones como la OMC. Estados Unidos actúa como una superpotencia en declive que ya no sabe cómo mantener su posición sin recurrir a la fuerza o al sabotaje económico.
En contraste, China ha demostrado coherencia, responsabilidad y respeto por el derecho internacional. Sus medidas de control de exportaciones están dirigidas a prevenir conflictos, evitar la proliferación de armas y proteger la seguridad nacional de forma legítima. El mundo lo entiende y es solo Washington quien se niega a aceptarlo.
China responde con dignidad, no con sumisión
China ha dejado claro que no va a aceptar ninguna forma de coerción. No se someterá a presiones y no negociará sus intereses fundamentales. Su posición es firme: está dispuesta al diálogo sobre bases de igualdad, pero no cederá ante amenazas. Esa claridad es lo que le da fuerza en el escenario internacional. No necesita estridencias y se centra en actuar con coherencia, estrategia y legitimidad.
Mientras Estados Unidos se hunde en su propio discurso contradictorio, China sigue apostando por el respeto mutuo, la cooperación y la estabilidad. Esa es la gran diferencia entre una potencia en decadencia y una nación en ascenso.
Los tiempos han cambiado y Trump aún no lo entiende
La nueva amenaza arancelaria no solo revela la política exterior caótica de Trump, sino también su desconexión total con la nueva realidad global. Ya no estamos en 1990. China no es una economía dependiente ni una potencia secundaria. Trump puede seguir lanzando amenazas. Puede seguir jugando a ser el «duro» de la película. Pero el mundo ha cambiado y quien no lo entienda se quedará atrás.
China no va a caer en provocaciones. Pero tampoco va a retroceder ni un milímetro en la defensa de sus intereses. Si Washington quiere cooperación, encontrará disposición. Si insiste en la confrontación, encontrará resistencia.
Es muy probable, ¡ojalá!, que esta nueva amenaza de Trump acabe en “aguas de borraja”.
Pedro Barragán. Economista. Asesor de la Fundación Cátedra China. Autor del libro “Por qué China está ganando”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
martes, 14 de octubre de 2025
Luego del acuerdo con Gaza, Trump busca desvincularse del conflicto ucraniano"
- Sputnik Mundo,
Séptimo piso
"Luego del acuerdo con Gaza, Trump busca desvincularse del conflicto ucraniano"
Tras el acuerdo alcanzado en Gaza, Donald Trump apunta a cerrar otros frentes internacionales, disminuir gastos y limitar la participación de Estados Unidos en conflictos externos. En la misma línea, busca desentenderse del conflicto en Ucrania, ante el alto costo político y financiero que implica mantener su involucramiento.
"Después del desenlace en Gaza, lo que le queda a Trump es desentenderse del tema ucraniano, no tiene ningún interés en sostenerlo; no hay dudas de que el republicano y su equipo conocen bien a Zelenski, están buscando zafarse y dejar que Kiev se arregle solo", explicó Hernando Kleimans, periodista, historiador y especialista en relaciones con Rusia, en diálogo con Séptimo Piso.
"En el transcurso de este año, la provisión de armas de la OTAN a Ucrania cayó un 50%, y eso responde a que Trump no quiere seguir poniendo dinero", dijo, y agregó que "en este momento, lo que está intentando es salir de ese esquema".
En ese mismo sentido, el periodista destacó que "Estados Unidos necesita liquidar estos conflictos, no porque sea partidario de la paz mundial, sino porque ya no le alcanzan los recursos económicos para sostener tantos frentes abiertos al mismo tiempo".
Por último, afirmó que "Trump se siente como un héroe mundial por el cese al fuego en Gaza y no busca un conflicto bélico con Rusia. Estados Unidos está inmerso en una crisis y meterse en un enfrentamiento con Rusia en este contexto sería una locura".
Occidente se autodestruye en Ucrania
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Occidente se autodestruye en Ucrania
Por Gabriel Impaglione | 14/10/2025 | Europa
Fuentes: Rebelión
El general alemán Harald Kujat, ex jefe de las fuerzas armadas y alto oficial de la OTAN, dijo al periódico G.Diesen que los acuerdos de Estambul «fueron bombardeados por Occidente cuando se habían logrados avances decisivos» (Boris Jonhson convenció a Zelensky de retirarse). El militar enfatizó que «Occidente quiere la guerra y avanza hacia ella, no hizo intentos serios por alcanzar la paz». Kujat no es un militar pagado por Putin o el CC del PC Chino, es obvio. Su testimonio coincide con muchos generales y altos mandos de los ejércitos europeos, incluso norteamericanos, pero el conocimiento y la experiencia no importan a los conductores de la tragedia.
En los ’90, Rusia y la OTAN compartían actividades de defensa misilística y se proyectaba el ingreso de Moscú y Kiev a la Alianza euro-atlántica. EEUU rompe los acuerdos en 1992, gobierno Reagan, y reposiciona en el centro de las amenazas a su pais a Rusia. Entonces, la FR advertía que en Polonia y Ucrania podían generarse conflictos armados por las políticas occidentales de expansion OTAN y enfatizaba la necesidad de crear zonas neutrales entre ambos bloques militares. No se prestó atención ni siquiera en la ONU y el alargamiento atlantista hacia el Este continuó sin pausa.
¿Reagan rompió los acuerdos porque tenía un plan? Los proyectos estratégicos comprenden décadas de preparación. No parece sensacionalista la pregunta, todo lo contrario. Y la historia da cuenta.
El golpe de Estado de 2014 en Ucrania fue promovido por EEUU, organizado y financiado. Paso decisivo para ocupar el país con «empleados» capaces de traicionar a su propio pueblo para cumplir con las tareas «para el hogar». Ya en 2017 Trump envía los primeros misiles a Ucrania. Clink, Caja.
¿Por qué el inefable Soros invirtió, entre otros humanistas del billete, cifras millonarias en el Maidán? Esta gente donde pone el ojo pone la ganancia.
Ya sabemos que la Merkel confesó que los acuerdos de Minsk, I y II, sirvieron para dar tiempo a Ucrania de armarse, construir infraestructura militar y organizar su escalada ante Rusia, todo financiado por los «buscadores» de paz occidentales. También sucedió con la iniciativa de Estambul. La venta de armas es más fuerte que la paz.
No es difícil entender quienes están con las corporaciones, aparecen dando discursos explosivos todos los días.
Zelensky quiere evitar la derrota hundiendo a toda Europa en la conflagración. Bruselas dice una cosa y hace otra. EEUU compra petróleo a India, India compra petróleo a Rusia y lo vende a EEUU, EEUU lo vende a Europa. ¿Se entiende? Mientras Occidente brama «ninguna compra a Rusia» estos mecanismos se repiten. Los negocios son más fuertes que la paz. La gente en Europa paga mucho más cara la energía y las fábricas disminuyen la producción, o cierran por los costos. Buen negocio para Europa!
Los misiles «tomahawk» que piensa enviar Trump a Ucrania pueden portar ojivas nucleares y son de largo alcance. Más de un militar experto yanki le ha dicho a su presidente: «esto no es razonable, puede volar el mundo en pedazos». Es verdad. Trump, que sabe de vender y alquilar departamentos, no de misiles y guerras, está pensando. Los tomahawks son buen negocio. Europa pagaría muy caro la presencia de estos artefactos.
La USAID, la famosa agencia yanki que dio generosamente mucho dinero a la contra nicaragüense, los atentadores en Cuba y Centroamérica y a la oposición venezolana, entre otras bondadosas presencias en el planeta, daba 1500 millones de dólares por mes a Kiev para financiar el Gobierno. Parte de esos fondos dicen que no llegaron al Tesoro ucraniano. Zelensky dijo que llegaron 177 mil millones, pero Trump afirma que fueron 300 mil millones. Algo se ha caído por el camino. La corrupción no es una novedad. La USAID fue cerrada por Trump.
El clan de lacayos de las corporaciones enmascara los intereses de la compra-venta de armas y servicios en un discurso de defensa de la libertad y la democracia occidental. Por la paz en Europa, claman. Mientras tanto, Europa retrocede a pasos agigantados a la etapa preindustrial. Caída de producción, desempleo, crisis social, deterioro de calidad de vida, ultraderechización de la política y, por ende, recortes de libertades y derechos civiles, cultura, educación y libertad de expresión. Las huestes nazis persiguen inmigrantes acusándolas de la crisis, sin entender que la crisis la están produciendo sus mandantes, blancos y elegantes. El suicidio colectivo está en marcha.
Los pueblos europeos no tienen mucho tiempo disponible para mirar a otro lado.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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